Negativo en blanco y negro con súpersombra. Están las nubes como de cuento: dinosaurios echándose la siesta en su camino al océano. ¿Somo el sueño de esos tranquilos volúmenes? Se desplazan quietos, quietos, como si nada, durmiendo en el tiempo.

Crepuscuo de un caluroso martes con cielo muy limpio (raro aquí). Inicio de la noche corta; el descanso rehuye.

Negativo a color de un día muy gris. Así se abrieron huecos negros donde estallaba la luz.

Después de tres domingos madrugando al fin conseguí estas fotos, en el último día en que esta pieza de Cuevas hace una atmósfera extraña afuera de Colegio Civil. La tercera foto es más o menos el primer vistazo que tuve de la escultura, nuestro primer encuentro, hace varias semanas. Ese día, por poco y paso sin ver pero después me obsesioné con los planes para acudir de madrugada y en días de descanso para hacer estas fotos sin intervención de los vigilantes que hoy domingo, como quiera, ahí anduvieron haciendo sus rondines.

Días más largos. Siempre me pregunto qué hace la gente allá donde todavía no anochece.

Pensando un poco adentro de la caja. La última es la que más me gustó, la foto que inspiró esta serie (otro día, con otros settings).

Estampas de cielo e infierno. Anoche hubo luna alta y hoy estoy rogando que no salga el sol.

Recuerdo aguaceros pasados. Están los días como para pasearse por la ciudad brincando de techo en techo. Tal vez lo haga. Tengo muchos planes para estas lluvias de mayo (en junio).

Días así.

 

 

Anáhuac es tan plano.

Los lunes, el desayuno.